Vamos a comenzar a plantear nuestras propuestas. Seguramente todo esto no sirva para nada, pero...
En primer lugar, deberíamos plantearnos ¿para qué la Geografía que enseñamos y que nuestros alumnos aprenden? Parece una bobada la pregunta, pero sería interesante que reflexionásemos las respuestas sinceras que podríamos dar. Por ejemplo, para que aprueban la selectividad, o para que aprendan Geografía, o para que les parezca una materia interesante y bonita y se animen y estudien Geografía en la Universidad, o... Nosotros creemos que un profesor de bachillerato tiene otros intereses cuando enseña Geografía. Evidentemente quiere que sus alumnos aprueben la selectividad, que aprendan Geografía y que les parezca interesante, pero realmente lo que es su interés fundamental, pensamos, es que aprendan a interpretar la realidad que les rodea en sus aspectos territoriales.
Ya sabemos que esta respuesta puede parecer grandilocuente, que puede interpretarse como otra "maravillosa y utópica declaración de intenciones", etc. pero quizás sea algo más. Si nos planteamos enseñar Geografía para que los alumnos aprueben las PAEU, cuando tengamos que decir que tipo de prueba queremos, tendremos que responder: fácil. Y todo lo que sea fácil nos parecerá bien, incluso aunque sea banal. Cuanto más fácil, mejor. Pensamos que algo de esto ha habido en la contrucción del temario actual de las PAEU. Los temas teóricos, por ejemplo, se plantean a un nivel de ESO y algunos de primer ciclo de ESO, y desde luego muchos siguiendo el índice del libro de texto de Anaya. Este temario es fácil.
Claro que si lo que queremos es que los alumnos estudien Geografía en la Universidad, y lo planteamos en términos de competencia con otras carreras que ya han tomado la determinación de facilitar las pruebas para atraer matrícula (son los casos de las ramas económicas, Historia, etc.), la respuesta no puede ser otra: que sea fácil. Quizás estemos colaborando en el engaño, en la farsa de hacer creer a los alumnos que lo importante para hacer una carrera es que sea fácil. Luego ya se apañarán, cuando descubran qué es lo que han estudiado y para qué les va a servir. Una pregunta maliciosa ¿cuántos de nuestros lectores estarían encantados si sus hijos, magníficas estudiantes, les dijesen que iban a estudiar Geografía o, por qué no, Historia?
Nos quedan dos respuestas. Una: si lo que queremos es que sepan Geografía, entonces lo tenemos duro. Hasta ahora, mal que bien, parece que era de lo que iba la materia y, claro, era bastante dura. Enseñar una materia para que el alumno luega pueda seguir o prolongar sus estudios en ella supone enseñar rigor, precisión, una estructura conceptual firme y armónica, unas destrezas... y eso, en el actual panorama educativo, es bastante duro y, sobre todo, inútil para todos los alumnos que no van a estudiar Geografía luego, que son la inmensa mayoría.
La última, que es la nuestra: enseñar Geografía para que el alumno aprenda a interpretar la realidad que les rodea en sus aspectos territoriales. Es decir, independientemente de lo que luego haga o estudie, para que adquiera unos conocimeintos básicos y unas habilidades que le permitan moverse por el mundo, entre otras cosas, "geográficamente bien". ¿Y la selectividad? pues debería acoplarse a esto: la prueba debería medir si el alumno ha adquirido esos conocimientos y esas destrezas que se suponen son básicas para que un muchacho o muchacha de 18 años, que va a entrar en la Universidad, se puede desenvolver bien en los aspectos territoriales. Claro, y aquí viene el asunto: lo primero que tendríamos que discutir y fijar es cuáles son esos conceptos y esas destrezas básicas y a partir de ahí comenzar a hacer formatos de prueba, temarios, listados de prácticas, etc.
Algunos dirán pero quienes somos nosotros para decidir tales cosas. Bueno, somos profesores que tienen un currículo, aprobado democráticamente (¡irreprochable!), que adaptar o contextualizar. Aquí está el asunto: contextualizar el currículo para conseguir el objetivo que nos marcábamos. No se ha hecho así. Se ha preferido, seguramente por las prisas, optar por otros caminos. Ya sabemos que ahora las PAEU de Geografía, al menos en teoría, van a ser más fáciles, mucho más fáciles, pero ¿lo que enseñamos en las aulas será mejor? ¿servirá para algo más que aprobar la selectividad? ¿los alumnos percibirán alguna utilidad más allá de esa en lo que aprenden?
En la próxima entrada, intentaremos ir desbrozando algunas ideas sobre como puede ser un temario de Geografía para enseñar a interpretar la realidad territorial que rodea al alumno.
Otra vez hemos sido demasiado prolijos ¿será por qué somos profesores de secundaria?
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Desde luego que me parece interesante la reflexión y de entrada os agradezco la posibilidad de compartir vuestras preocupaciones por estos meses de vaivén y por el futuro de la asignatura.
ResponderEliminarYo me apunto también a la idea de que la asignatura debería servir para ayudar al alumno a "interpretar la realidad que le rodea, en sus aspectos territoriales", y siempre desde un punto de vista crítico. Si la metodología tuviera en un gran porcentaje el trabajo en grupo, mejor. Si los grupos son cooperativos, mejor que mejor. Pero claro, está la losa de la selectividad.Tendremos una vez más que conjugar nuestra libertad en el aula con la preparación para las PAEU. Pienso que aunque los enunciados pudieran ser de la ESO la diferencia está en el nivel de profundización. ¡Siempre nos quedará la clase!
Estoy muy de acuerdo con vuestro texto. Me parece que el programa de Geografía es excesivo en conceptos y en procedimientos para englobarlos en un solo curso. Tengo cada año la sensación de que siguiendo el programa es difícil transmitir la compleja realidad territorial de España, ¡con lo interesante e importante que puede llegar a ser para los alumnos, por desinteresados que parezcan!
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