15 ene 2010

La vieja y la nueva Geografía escolar

¿Qué enseñar para que la Geografía pueda permitir que los alumnos que la estudian sean capaces de interpretar los aspectos territoriales de su contexto? Esa, más o menos, era la pregunta con la que cerrábamos la última entrada.

Vayamos por partes. En primer lugar, de forma preferente, parece que deberíamos enseñar aquello que la Geografía hace hoy para interpretar la realidad actual. Parece una perogrullada, pero no nos parece que lo sea. Llevamos ya muchos años enseñando una Geografía que interpretaba la realidad española de los años setenta y ochenta. Pongamos algunos ejemplos: la Geografía Física se aglutinaba en torno a los saberes que facilitaban la interpretación de cada uno de los componentes de esa disciplina: conocimiento del relieve y de su formación, factores y elementos de los climas, la vegetación climácica, los regímenes hídricos... Repetimos, con un objetivo la interpretación de cada una de esas áreas del saber. Partiendo de aquella definición de que la Geografía era una materia interdisciplinar, en la que cada una de las ciencias artciuladas aportaba su "granito de arena" para que la "ciencia madre" geográfica diese una visión de conjunto que permitiese interpretar el territorio. El resultado era una ardua Geografía Física: se enseñaban rudimentos de Geología, de Meteorología, de Climatología, de Botánica, de... uno detrás de otro, siguiendo el orden epistemológico que marcaba la Geografía. Así se enseñaba en la Facultad, así, en formato reducido (¡¡cada vez más reducido, la verdad!!) se enseñaba en nuestras aulas. Enseñar Geografía, no enseñar a interpretar el territorio, no, enseñar Geografía. Quizás, has fuese un orgullo: era de las pocas asignaturas que "enseñaba algo"...

En Humana, urbana y Económica la cosa no era mejor. En Humana, había temas inevitables, imprescindibles: el éxodo rural, del descenso de la natalidad y sus causas, el envejecimiento... y se iban incorporando otros, con cierto retraso, pero se incorporaban. La inmigración. ¡Claro! sólo había que incorporarse a la calle para verlo. Pero ¡qué inmigración! ¿cuántos años explicando que la inmigración se dividía en legales e ilegales, que las pateras por aquí, que las pateras por allá, que pobrecitos inmigrantes...? Al final, lo que quedaba eran unos temas y unos procedimientos inabarcables, horrorosamente grandes, que se reducían por agotamiento. Se daba lo que se daba porque ya no se podía dar más.

¿Y en Urbana? Los planos, la formación del sistema urbano (¡¡con el mapa de 1985 de Precero!!), el proceso de urbanización de cuando los abuelos y bisabuelos de nuestros alumnos migraron del pueblo a la ciudad, ¿qué es urbano? y todo ello de una forma mecánica, ajena por completo a las definiciones y conceptos que se estudiaban el Urbanismo y en Ordenación Territorial, en Europa y en las facultades españolas de los dos mil. Al final, unos temas muy difíciles de estructuralismo geográfico, unas cuantas simplezas sobre la problemática de la vida en la ciudad y unos comentarios del plano que no podían salir del casco histórico o del ensanche, el resto de la ciudad, el otro noventa por ciento, quedaba en gris claro en el plano y no se podía trabajar.

Economía. De entrada la primera pregunta ¿pero esto qué es Geografía o Economía? No es banal: los temas tenían dos partes: una larga y una corta. La larga: los temas tenían una parte de explicación económica. Por ejemplo, qué es la balanza de pagos, qué es la reconversión industrial, qué es I+D+i, qué es el PIB, etc. Luego se trabajaba sobre la economía española. La corta: los mapas. En industria, la localización industrial, en servicios, los mapas del transporte, el de plazas hoteleras y poco más. Por supuesto, de contrastes, desequilibrios y ordenación territorial, nada de nada. Estábamos en la UE, presidíamos las instituciones europeas, nos llegaban directrices y directivas, nuestros métodos de análisis se adaptaban a los parámetros comunitarios, pero nuestra Geografía seguía siendo eminentemente "española", para ello debíamos salir poco de los temas clásicos: los cultivos, la modernización agraria, el modelo ganadero, la crisis industrial de los setenta y la reconversión, la red radial de transporte terrestre, el déficit comercial, el turismo de "sol y playa"... Bueno, algo de la realidad iba entrando: la PAC, la competitividad y el temita de la terciarización. El primero como un anexo en un tema, el segundo con dos líneas y el tercero con un tema que nadie sabía como rellenar para que diese de sí. De límites medioambientales, nada; de globalización y los problemas de competitividad, poco, y así.

La Geografía así planteada no sólo era dura, sino que, además, sólo le interesaba a aquellos alumnos y alumnas que iban a cursar esa carrera, a los que se preparaba enseñándoles la tradición del saber geográfico, pero destrezas para comprender los aspectos territoriales del contexto en el que desarrollaba e iba a desarrollar su vida, nada de nada.

Con estos antecedentes, la pregunta inicial (¿qué enseñar para que...?) se convierte ahora en dos interrogantes: responder a la pregunta qué Geografía enseñar y alejarnos de las inercias de tantos años. Porque las dos cuestiones se dan a la vez. La primera cuestión se formula de forma explícita o implícita, pero se formula, y la segunda, siempre tácita, amenaza con corromper el debate. Pensamos que debería haberse tenido en cuenta que era más que probable un horizonte en el que se produjese un nuevo temario desde el anterior, en el que se mantuviese la forma de entender la materia de antes, aunque eliminando los aspectos que la hacían ardua. Era bastante probable y, de hecho, algunos distritos universitarios ya lo han planteado así, y los libros de texto también.

El asunto, como en anteriores entradas ya hemos comentado, es por qué se ha obviado este debate, por qué las inercias están manteniendo a la materia alejada de las necesarias actualizaciones. Actualizaciones que se leen en los currículos oficiales, en los manuales, en cualquier foro geográfico. No cabe duda, que los profesores de bachillerato transmiten una cierta desconfianza hacia los armonizadores universitarios; dudan del interés que estos puedan tener en colaborar para que las asignaturas se racionalicen, y sólo confían en lo que ya se ha hecho y se conoce, y en lo que suponga suavizar lo que alguno de nuestros lectores llama la "losa" de la selectividad. Un porcentaje importante de profesores de bachillerato se muestra contento con todo aquello que suponga unas PAEU más fáciles, aunque lo que se tenga que enseñar...

Pero también es cierto que desde la Universidad se mira con desconfianza a los profesores de bachillerato. Aún recordamos algunos comentarnos, realizados en público y sin sonrojarse, dando por sentado que el problema es que los profesores de secundaria hemos hecho la materia aburrida, tediosa, inútil, etc.(¡Dios! nosotros también podemos llevar a nuestros alumnos, sin necesidad de haberles lamido antes el ego, a decir lo que opinan de las enseñanzas universitarias!). El punto de partida no parece el adecuado para iniciar ningún debate, parece más el propio de quien viene a ilustrar a unos ignorantes perezosos.

Bueno, otra vez nos hemos pasado. Lo sentimos. Disculpad que os hagamos perder el tiempo, pero si queréis opinar, hacedlo. Escribir vuestros comentarios, criticad. Porque de eso se trata. Este es un blog para discutir, para manifestar disconformidades, para que al final, renazca un debate que hace años que no existe.

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